dissabte, 17 de desembre del 2016

Yo soy mi mejor lectora

Quiero hablar sobre algo que debatí con unos conocidos: si cuando escribimos, escribimos para alguien en concreto o solo para nosotros mismos. 
Una afirmaba que había cosas que solo escribía para ella misma, y otras que escribía para enseñar a los demás, y que lo hacía de forma diferente. El otro afirmaba que, queriendo o no, siempre escribias para otras personas.

Estuve pensando en esto, y creo fervientemente que siempre escribimos para alguien: tal vez un lector imaginario, idealizado en nuestra mente, una persona que conozcamos, o bien un yo futuro. Entonces llegué a la conclusión que mi yo futuro era otra persona, porque cuando escribimos para nosotros mismos, inevitablemente lo hacemos para otra personas.

Me explico: hice un escrito en bachillerato (un comentario sobre un escrito de la obra Sefarad, de Antonio Muñoz Molina) sobre cómo cambiaba la identidad, no con el paso del tiempo, sinó con el paso de actos, decisiones, acciones. Meros pensamientos y sueños. Pero también el sinfín de posibilidades que nos depara el futuro.

"Creo que Antonio Muñoz Molina está en lo cierto al afirmar que la identidad del ser humano es algo cambiante e impredecible, algo frágil que cambia con un simple pensamiento y que se marca profundamente por situaciones duras en la vida. Creo que todas nuestras experiencias y sueños nos cambian, pero también todos aquellos proyectos que hacemos y que quizá no logramos hacer, pero que aún así son importantes. Este escrito ha despertado en mí la sensación de que haga lo que haga nunca seré la misma persona que ayer, y a pesar de que eso asusta un poco, es reconfortante saber que mañana seré alguien ligeramente nuevo, y que tendré que descubrir ese pequeño detalle que me hace diferente a ayer, a hace dos horas o a hace un minuto. Incluso después de escribir este comentario, mi identidad ya ha cambiado."

No seremos la misma persona, aunque nos lo parezca, (porque tal vez son cambios muy sutiles, mínimos), al escribir algo que al leerlo, y releerlo y volverlo a releer. Por lo tanto, cuando escribimos, lo hacemos para gustarnos, o porque nos gustamos al leerlo inmediatamente. Pero pensamos en alguien, en nosotros mismos.

Cuando digo que soy mi mejor lectora quiero decir que mi yo del futuro lo es, porque es en quien pienso al escribir. Porque si no escribiera para gustarme, ¿qué sentido tendría hacerlo? Creo que a veces debemos preocupar-nos menos por si a alguien le va a gustar nuestro escrito y más por si quedamos satisfechos al escribirlo, y en cuyo caso, reflexionar en quién estábamos pensando al escribir... Y quizá por esa razón al releerlo no nos gusta.

Me parece que cuando escribo, ya sé si a mi yo futuro le gustara o no, por la sensación con la que me quedo. Y si pienso en otra persona al hacerlo, tiene algo de riesgo, puesto que no lo sabré con seguridad nunca.

Me da la sensación que estoy dando lecciones y no me gusta; creo que en lugar de eso voy a tomar sopa y reflexionar junto al fuego.
Con confusión, Maraya

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